Mi Silencio

“El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones” - San Bernardo de Claraval
“El bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden” - Aristóteles
“El infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto” - J. L. Borges


En alguna oportunidad, y en más de una ocasión, un amigo me ha dicho, casi enigmáticamente, “cuando puedas no digás nada y, en lo posible, comenzá a elegir mejor tus batallas”. Me dejó con esa sugerencia rebotando desde entonces. Después de todo, la verborragia creo que ha sido una de mis cruces si no es que de las marcas más usuales en mi vida.

Mi semana siguió su curso, entre otras cosas, el salir por el barrio a hacer compras o retirar algún paquete. En una de esas caminatas, me cruzo en la entrada de casa a la perrita de la cuadra que siempre me acompaña como fiel guardiana buscando mimos y queriendo disfrutar mi compañía siempre que puede. Ella siempre atenta a gente desconocida y los olores o cambios de las cuadras aledañas a su territorio pero en especial no pierde chance de ladrar ante quien se le cruza sea un transeúnte o los perros (encerrados) de los vecinos, no perdona a nadie. Ahí comencé a comprender las sugerencias de mi amistad mientras (re)tomaba un sabio refrán popular “perro que ladra no muerde”.

Que preciosa es la palabra pero aún más el silencio que no supe escuchar. Sea en la vida o mis pensamientos que presencia temible se puede volver el acto y la omisión. La perrita mientras tanto sigue con su rutina pero espero, lo haga conmigo siempre un poquito más atento.




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